Hacia la neutralidad climática del ciclo integral del agua

Agbar, referente en la gestión del ciclo integral del agua, afronta el reto de descarbonizar su actividad y alcanzar la neutralidad climática. Desde 2022, hemos reducido nuestras emisiones de dióxido de carbono en cerca de 5.000 toneladas, el equivalente a la capacidad de absorción de carbono de 8.800 árboles mediterráneos (pinos) o a las emisiones producidas por el consumo eléctrico de 5.319 hogares.

Un año más, el Día Internacional contra el Cambio Climático, que se celebra el 24 de octubre, alerta a la comunidad mundial sobre los efectos negativos causados ​​por la actividad humana sobre el planeta, especialmente en las últimas décadas. En este sentido, el incremento de la emisión de gases de efecto invernadero producidos en la era industrial está en la raíz del calentamiento global que ha desregulado profundamente el equilibrio climático mundial, con efectos palpables. Ejemplos son el incremento de las temperaturas medias, la elevación del nivel del mar, el deshielo de los polos o el aumento de acontecimientos climáticos extremos, como los incendios, las inundaciones y las sequías.

Cogeneración y energía solar fotovoltaica: el camino hacia la descarbonización

Con el objetivo de minimizar las emisiones generadas en los procesos de tratamiento, trabajamos para acelerar la transición ecológica del saneamiento con la autoproducción energética. Se trata de un cambio orientado a conseguir un reaprovechamiento total de los residuos, con la aplicación de un modelo basado en la economía circular, centrado en la cogeneración.

Un proceso mediante el cual obtenemos energía eléctrica y térmica a partir de la valorización del biogás, que se genera en la misma planta con la digestión de los fangos del agua residual, y que se destina al consumo energético de la misma infraestructura de saneamiento. A esta apuesta por la transición ecológica del servicio de saneamiento se le suma, además, la instalación de parques fotovoltaicos.

Ejemplos de estas instalaciones los encontramos en Sabadell, Tarragona y Pineda. Más concretamente, en Sabadell, la estación de aguas residuales de Riu Ripoll, gestionada por Aigües Sabadell, se abastece hasta un 75% con energía verde autoproducida procedente de su planta de cogeneración y de la producción energética solar.

En paralelo, se está trabajando en la construcción de una plataforma de valorización energética de biosólidos, que permitirá recibir y tratar fangos de otras depuradoras. Una vez en funcionamiento, se podrá aumentar la producción energética procedente de la cogeneración, de los 1.500 MWh/año actuales a los 2.500 MWh/año.

La previsión es que, dentro de un par de años, esta instalación se convierta en “cero emisiones”, es decir, que producirá más energía verde de la que necesita, algo que permitirá inyectarla en la red eléctrica general o bien compensar con el consumo energético de otras plantas de la compañía.

En Tarragona, la planta de cogeneración de la estación depuradora de aguas residuales ubicada en el puerto, gestionada por Ematsa, junto con la instalación solar fotovoltaica, hacen que se pueda disponer de la capacidad necesaria para autoabastecerse del 90 % de la energía generada durante largos períodos de tiempo y, así, evitar la emisión de 724 toneladas de dióxido de carbono anuales, que equivale a la capacidad de absorción de carbono de 1.316 árboles mediterráneos (pinos) o a las emisiones producidas por el consumo eléctrico de 796 hogares. La energía eléctrica generada, unos 5.000 kWh/día -el equivalente al consumo diario de unos 450 hogares-, se consume en la red interior de la estación de tratamiento, y la energía térmica se utiliza para calentar los fangos del digestor, producir agua caliente sanitaria y climatizar los edificios.

Finalmente, la estación depuradora de aguas residuales del Alt Maresme, ubicada en Pineda, y de la cual es titular el Consejo Comarcal del Maresme y SIMMAR, como operador del servicio, ha completado este año la última fase de su planta de cogeneración, que produce energía eléctrica y térmica a partir del biogás, con la incorporación de una séptima microturbina de 200 kW que ha supuesto un salto significativo de la potencia de la planta de cogeneración, que ha alcanzado los 590 kW de potencia total. Esta última ampliación ha posibilitado, ya en los primeros meses de funcionamiento, la valorización del 94 % del biogás, con la que se ha generado la energía eléctrica y térmica suficiente para que la infraestructura tenga la capacidad de autoabastecerse energéticamente al 100 % con recursos propios.

Con todo, en 2023 generamos en Cataluña 11,8 millones de kWh de energía eléctrica producida con fuentes renovables, principalmente con la cogeneración con biogás de las depuradoras y las instalaciones solares fotovoltaicas. Con esta energía producida y autoconsumida, en 2023 hemos dejado de emitir 3.068 toneladas de dióxido de carbono, porque no se ha consumido de la red de distribución eléctrica.

Asimismo, durante el 2023 hemos puesto en marcha 13 nuevas instalaciones fotovoltaicas en Cataluña, con una potencia total de 1.389 kW, que generarán 1,7 millones de kWh/año. Estas instalaciones se suman a las 53 instalaciones de energías renovables que ya gestionábamos hasta finales de 2022 y que hacen posible un potencial máximo de generación de energía verde de hasta 19 millones de kWh/año, y de reducción de emisiones de 4.840 toneladas de dióxido de carbono, el equivalente a la capacidad de absorción de carbono de 8.800 árboles mediterráneos (pinos) o a las emisiones producidas por el consumo eléctrico de 5.319 hogares.

La estrategia de reducción de la huella de carbono implica también la implantación progresiva del vehículo eléctrico en la flota, que en 2024 ha alcanzado la cifra de 168 vehículos. Las emisiones que se han reducido con este cambio son de 292 toneladas de dióxido de carbono al año.

En definitiva, la innovación y la capacidad tecnológica desempeñan un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático, en ofrecer soluciones innovadoras que permiten avanzar en la descarbonización y, así, facilitar la transición hacia un futuro más sostenible. Sin embargo, estas herramientas no son suficientes por sí mismas. Es esencial tejer alianzas público-privadas sólidas en las que los gobiernos, las empresas y la sociedad trabajen juntos para extender estas soluciones de forma efectiva y escalable al resto del territorio, ya que es a través de la colaboración que podemos hacer frente a desafíos globales y garantizar un planeta habitable para las próximas generaciones.